domingo, 23 de febrero de 2014

El Expolio

Julio Anguita
Miembro del Frente Cívico Somos Mayoría

Abducido por la cotidiana de prelación de la anécdota sobre la categoría en muchos medios de comunicación; abrumado por escándalos, corrupciones e inanidades políticas y desalentado por la pérdida de horizonte, el ciudadano medio no tiene ganas ni interés en reflexionar sobre el cómo hemos llegado a esta postración y a esta anomia. Sin embargo se debe hacer ese esfuerzo porque la memoria, la Historia, el recuerdo, nos devuelven la lucidez y con ella la consciencia de la situación.

Luis de Guindos afirmó en su toma de posesión como Ministro de Economía que los contribuyentes no pondrían ni un euro en ayudas a la banca. Pues bien, puede afirmarse que a día de hoy la cantidad regalada a la banca supera los 130.000 millones euros. Dicha cantidad es el resultado de sumar las inyecciones directas a la banca, las garantías sobre la evolución futura de las cartas de crédito, las pérdidas por las futuras privatizaciones, el coste público del llamado banco malo, el ahorro de impuestos, los avales del Estado a emisiones de crédito de empresas privadas y las consecuencia para el erario público de la estafa de las preferentes.

Todo ello no ha sido sino el corolario, por ahora, de una política económica consistente en depredar la riqueza pública a mayor beneficio de los poderes económicos españoles y foráneos. El desmantelamiento de la industria española, las privatizaciones de las empresas públicas, la aplicación del Tratado de Maastricht acerca de la obligatoriedad por parte de los Estados de acudir al crédito privado por haberse prohibido el acceso a la banca pública, la orientación de la economía española en torno a dos pilares: el ladrillo y el turismo, y la reforma constitucional por la que el pago de la deuda pública es preferente a otras necesidades. Los sucesivos Gobiernos de España, en nombre de un europeísmo de oropel y pazguatería se han comportado con sus país como lo hiciera cualquier ejército invasor: esquilmando, arrasando y expoliando.

Fuente: El Economista

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